Hoy es uno de esos días en los que necesito que el papel me ayude a cicatrizar heridas. Lastimosamente, nisiquiera el papel parece estar de mi lado. Quizá nunca me había enfrentado a una situación así, y estoy en uno de esos momentos de la vida en los que uno cree que nada, absolutamente nada de lo que está haciendo, tiene sentido o va a navegar hasta un buen puerto. Me gustaría dejarlo todo, sobretodo la razón, hacer caso al instinto e irme un año lejos de aquí.
Quince días de viaje me han enseñado que lo que importa en esta vida son las personas. Lo material, los caprichos, los planes, el futuro, el pasado... es todo vanal. Por todas partes la gente se preocupa exclusivamente de aquello que posee, y no se da cuenta de que lo más importante no se puede poseer: su relación con los demás. No en todas partes hay dinero, ocio o negocios, pero sí hay personas, y ellos sí son verdaderamente especiales. He conocido a cientos de preciosísimos individuos, con unas vidas tan lejanas, dispares, y a la vez tan paralelas, y he vuelto a mi lugar de origen con la intención de profundizar más mi relación con los demás, de aprender de sus vidas, de cimentar mi relación con ellos, de dar más de lo que recibo, pero la relación que más importa ha tomado ya el camino inverso. No encontraré papel ni tinta que solucione eso en mucho tiempo.
El ser humano es extraordinario, y extraordinariamente no me había dado cuenta de ello. Soy un ínfimo punto en el universo.
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BRAVO.
ResponderEliminarMuy verdadero, para un ácrata mentiroso como tú. ;)
ResponderEliminarMe ha encantado.
P.