Positivismo, sonrisas, brillo, alegría, brisa, lago, canciones, carcajas, verde, besos, agua, caminos y de golpe se rompe la gota de cristal que pende sobre el vacío que ignoras. Como el canto del cisne. Un sonido tan agudo que no lo percibes, pero los pedazos caen rasgando el pericardio y todo se ennegrece. Y la sangre cuaja formando un charco bajo tus pies en el que solo tendrás dos opciones: resbalar, o cuajar tú también. Desnucarte o desecarte. Morir rápida o lentamente. Nada más. Y nada menos.
Todos los kilómetros encaramados a tu espalda para darte cuenta que no te queda nadie a quien cargar en ella, que no tienes a nadie que te cargue a ti. Cumples las más negras profecías que se barajaban y dejas a las cartas y al azar la decisión final. Destinado a amar un corto tiempo y a sufrir el resto. Destinado a no conocer a nadie para siempre. A poner tierra de por medio. A enterrar, poco a poco, entre sangre cuajada y cristales turbios, tus sentimientos.
Morir rápida o lentamente. O morir escogiendo.
Nose.. porque he dejado de leerte..
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