Supongo que lo merezco. Seamos sinceros, no soy buena persona, nunca lo he sido. Supongo que en algún momento de nuestra vida nos crece un saco a las espaldas donde vamos echando todo lo que hacemos, sus causas y sus consecuencias, y lo arrastramos por muy pesado que sea y por mucho que a veces perdamos varios huesos en el camino. En algún momento de ese pedregoso camino la rafia del culo de mi saco debió acabar de desgastarse, harta de mi modo burdo de tirar, de mis actos indolentes y mi caminar sin rumbo. Ahora por el agujero se han escapado todos los actos buenos, y era sencillo, pues eran pocos. Los malos son demasiado grandes para colarse por el agujero y por él se han dedicado a entrar hormigas, pesadillas y las consecuencias de todo aquello que nunca hice correctamente, de todo lo que no he sabido dar y de todo lo que nunca he comprendido. Con el paso del tiempo todo se irá rompiendo y pudriendo dentro del saco y ni siquiera me parecerá mal, al fin y al cabo en esta vida siempre hay que ser consecuente, hasta para ser malo, y mi saco se merece estar tan negro como yo lo estoy por dentro. No os preocupéis, que yo lo abro y podéis seguir echando todo lo que os duela, os disguste o, simplemente, prefiráis que cargue otro. Total, sin alma esta vida no pesa, ni el saco, ni el invierno interior, ni el corazón roto.
Que toda piedra hace muro, dicen. Pues bien, necesitaré buenos cimientos.
Creo q los cimientos los tienes bien fuertes. Ser consecuente con todo lo malo q has podido hacer, es una piedra enorme q no todos tienen.
ResponderEliminarEstoy segura de q hay alguien q conoce todo lo bueno y lo malo, y lo mejor de todo, q lo comprende.
Cruz
Creo que la solución es cambiar de saco.
ResponderEliminarEl otro puedes dejarlo en casa, no hace falta que lo tires.