Dame tu mano, voy a contarte la historia del mundo:
¿Sabes de ese señor que se sienta todas las tardes en el parque de la Gran Avenida y le da de comer apesadumbrado a las palomas, cuando llegan las cinco sonríe levemente, mira al cielo, se levanta y se va hasta el día siguiente? ¿Y la de esa mujer morena que camina envestida en un elegante traje de falda, con los labios rojos como la sangre, fumando elegantemente tabaco negro mientras da vueltas nerviosa al parking del aeropuerto y cuando oye despegar el vuelo de las cinco, sonríe, y se va hasta el día siguiente? ¿Sabes la historia de aquél niño que al salir del colegio se va con su balón verde a la playa y juega sólo hasta que el Sol, apunto de hacerle el amor al horizonte, le indica que son las cinco, sonríe y desaparece hasta el día seiguiente?
Son el padre, la esposa y el hijo. O podrían ser el jefe, la amante y el alumno. O hermanos, o cuñados, o suegros, o amigos, o compañeros. Son personas a las que alguien les faltó a las cinco y les marcó el resto de sus vidas. Y las hay que les faltó a las seis, y a las siete, o a las 12, la 1 o las 3... Los hay que les han faltado en días pares, y los hay que solo lloran los impares... Pero a todos parece hacerles ilusión recordar que, ahora que la sociedad a matado a Dios y le ha dado al consumo su omnipotencia, en algún lugar a las cinco (o a las seis, o a las siete...) alguien les mira y les cuida, les guía y les da la vida que nunca pudieron acabar de vivir.
Dame tu mano, voy a contarte la historia del mundo: unos mueren y otros siguen vivos, unos nacerán y otros nos iremos, pero el planeta seguirá girando y las historias cotidianas son las que le dan cuerda a su motor para que el ser humano pueda seguir siendo maravilloso.
¿Sabes de ese señor que se sienta todas las tardes en el parque de la Gran Avenida y le da de comer apesadumbrado a las palomas, cuando llegan las cinco sonríe levemente, mira al cielo, se levanta y se va hasta el día siguiente? ¿Y la de esa mujer morena que camina envestida en un elegante traje de falda, con los labios rojos como la sangre, fumando elegantemente tabaco negro mientras da vueltas nerviosa al parking del aeropuerto y cuando oye despegar el vuelo de las cinco, sonríe, y se va hasta el día siguiente? ¿Sabes la historia de aquél niño que al salir del colegio se va con su balón verde a la playa y juega sólo hasta que el Sol, apunto de hacerle el amor al horizonte, le indica que son las cinco, sonríe y desaparece hasta el día seiguiente?
Son el padre, la esposa y el hijo. O podrían ser el jefe, la amante y el alumno. O hermanos, o cuñados, o suegros, o amigos, o compañeros. Son personas a las que alguien les faltó a las cinco y les marcó el resto de sus vidas. Y las hay que les faltó a las seis, y a las siete, o a las 12, la 1 o las 3... Los hay que les han faltado en días pares, y los hay que solo lloran los impares... Pero a todos parece hacerles ilusión recordar que, ahora que la sociedad a matado a Dios y le ha dado al consumo su omnipotencia, en algún lugar a las cinco (o a las seis, o a las siete...) alguien les mira y les cuida, les guía y les da la vida que nunca pudieron acabar de vivir.
Dame tu mano, voy a contarte la historia del mundo: unos mueren y otros siguen vivos, unos nacerán y otros nos iremos, pero el planeta seguirá girando y las historias cotidianas son las que le dan cuerda a su motor para que el ser humano pueda seguir siendo maravilloso.
En un día como hoy, en el que nuestros sueldos penden de un hilo, reconforta pensar que, afortunadamente, en la vida hay cosas mucho más necesarias y esperanzadoras que el dinero.
ResponderEliminarGracias.
Algo así he escuchado yo en algun lugar de este mundo... pero ahora no lo recuerdo...
ResponderEliminarSonrio...a las 3:02... Aunque la hora no importe demasiado.
Besos de Mariposa.
No me pueden gustar más tus textos!
ResponderEliminarMe ha parecido grandioso este texto.
ResponderEliminar[Estoy seguro que alguna de las seis mil millones y medio de historias que ocurren cada segundo conseguirá llegarte al corazón]