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Id como una plaga contra el aburrimiento del mundo



domingo, 4 de septiembre de 2011

2.953

Fue entonces cuando me preguntaste sobre cómo era. Y yo no lo entendía. Sobre cómo era eso de latir a sesentaiún grados, 29 minutos y 53 segundos al Norte. Y yo seguía sin querer saberlo. Actué como si fuera tonto, necio, obtuso.Tanto me hice el ciego que acabé por no ver. Veintitrés grados, 45 minutos y 39 segundos al Este sigues doliendo. Y es que en el fondo te has enzarzado en algún lugar entre mi sién y el futuro, entre el diccionario y las palabras perdidas del pasado. No hay suficiente aurora para borrar la sombra. No hay suficiente sombra para borrar tu fondo. Me gustaría habitar otro cuerpo y empezar de cero y dejarte a ti y tus dientes devorando mis restos. Hártate de mis deshechos. De los jirones que hiciste. De los agujeros por los que dejaste volar mi esperanza y las aldabas de donde colgaste el pellejo irsuto de mi alma carcomida. No hace el suficiente frío para congelar el remordimiento, ni nieva aún para cubrir mis miserias. No. Quedan muchos meridianos por cruzar hasta que comience a borrarse tu impostura. Demasiados paralelos para el mapa cincelado en el pericardio. Demasiados placeres a los que renunciar y muy pocas alegrías que hagan cierto aquello de la distanica y el tiempo. Demasiado relativo. Insuficientemente cierto.

Y fue entonces cuando te contesté: es genial. Soy feliz. Me encanta. Como si la pregunta no implicara un mundo que ni tu voluntad ni mi paciencia vayan a poder quemar. Como si las cenizas no siguieran estando calientes y las palabras vibrando en las paredes de aquella habitación vacía.