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Id como una plaga contra el aburrimiento del mundo



sábado, 28 de mayo de 2011

Sobre ser la pieza muerta en el tablero

Te tira, ¿verdad? Notas la tensión del músculo, el tórax a punto de desquebrajarse, una fuerza que desgaja tus pulmones, las costillas astillándose... Sí, cada uno ha metido la mano por donde ha querido y se ha agarrado fuerte de tu corazón. POMpom, POMpom, POMpom... En el fondo ninguno lo quiere. ¡Pero es tan reconfortante el placer de haberse llevado un trozo tuyo! Todos se sienten heridos, todos te recriminan y te echan en cara hasta el último poso de cieno y miserias anclado en su remordimiento. Y tú te callas. Te callas porque no quieres hacerles daño, porque no quieres entrar en el juego de quién ha hecho más, te callas porque no te gusta remover las miserias y te callas porque, al fin y al cabo, no ves necesario arrancarle el corazón a nadie. Pero te dejas arrancar el tuyo. Te muerdes los labios, dejas que tiren y lanzas al vuelo un par de lágrimas. Luego, nada. Tienen lo que querían, esperas que estén contentos, agachas la cabeza y sigues viviendo tu vida haciendo como que no ha tenido importancia, como que todo es perfecto, como que mereces lo que te han hecho y ahora todo es más justo y podrás empezar de nuevo. Y cuando llegue otro también meterá la mano entre tus costillas, y así empieza de nuevo el macabro juego. Vas a acabar rompiéndote, si acaso no eres ya un juguete roto.

lunes, 23 de mayo de 2011

Sobre r-evolucionar

Mucha gente opina que no sirvió para nada, que esto ha acabado. Siento decepcionarles, en cinco días me he sentido infinitamente más demócrata que en los diecinueve años anteriores y, aunque sólo sea por la felicidad que eso me ha producido, ha merecido la pena. Sí ha servido, y sigue sirviendo. Ha demostrado que no estamos dormidos, que tenemos y queremos nuestros derechos, que queremos, podemos y sabemos cambiar el mundo. Porque por mucho que pase el tiempo yo seguiré llamándola Plaza del Quince de Mayo. Porque los resultados de las urnas para nosotros no significan nada. Los cambios necesitan tiempo y precisamente nosotros (sin trabajo, sin hogar, sin miedo) tenemos todo el tiempo del mundo para llevarlos a cabo. Porque nuestros sueños no cabían en las urnas que se cerraron ayer. Porque algún día nuestros hijos nos dirán "Cuéntame otra vez cómo tomasteis la plaza". Porque no tener trabajo ni dinero no significa no tener libertad. Porque no tener un futuro discernible no significa no tener futuro, lo tenemos, y lo discerniremos. El movimiento 15-M, o los indignados, o como quieras llamarnos, no somos cuatro radicales montando un numerito. Porque he visto a ancianas pedirnos llorando que no perdamos los derechos que ellas consiguieron con sudor y lágrimas. Porque en la asamblea ha cabido gente de derechas y de izquierdas; de España y de los cinco continentes; homosexuales, bisexuales, transexules, heterosexuales y los que no quieren encajar en ninguna; ancianos, adultos y niños, pero todos con el corazón joven; minusválidos, que no nos equivoquemos, valen tanto o más que el resto; y hasta los que no pueden hablar (animales, personas fallecidas y las generaciones que están por venir) han tenido quien les dé voz. Porque hemos dejado claro que los políticos están para servir al pueblo, no para que el pueblo les sirva. Y porque todos estos pretéritos no tienen sentido, porque seguimos aquí, porque podría decirlo en futuro, porque vamos a revolucionar la sociedad y evolucionar juntos. Porque el día que nos vayamos no dejaremos la plaza, la plaza nos la llevamos con nosotros, dentro, en un pedazo del corazón.

martes, 17 de mayo de 2011

Sobre hacer bocetos y revolveres

Te miro. No hablas. Hace exactamente cuarenta minutos que no tocas el café. Esta cita ha dejado de tener sentido. Quedamos entusiasmados, como si fueran los viejos tiempos, como si los sentimientos muertos hubieran vuelto por la senda del olvido hasta nuestros corazones hirsutos y les hubieran dado brío. Pero tras veinte minutos de conversación nos damos cuenta de que seguimos secos. Recuerdo el motivo por el que no te hablaba. Habíamos discutido tanto sobre lo que no nos dolía que olvidé lo que de verdad me empujó al agujero. En ese momento he oído los cachos de corazón desperdigarse por el suelo como si no hubiera pasado el último año, y la conversación ha muerto. Me he sentido ridiculamente mal, incluso he intentado reavivar la cháchara con asuntos triviales. Que qué buen tiempo hace este enero. Que qué caro se ha puesto el metro. Que qué no qués ni qué mas da más. Tú tampoco has prestado mucha atención. También te has dado cuenta, también en ti se ha roto algo. El mecanismo que daba cuerda a tus sonrisas. Esas que son como un revolver que disparó contra mi frente y dibujó tirabuzones de sangre sobre la almohada.

viernes, 13 de mayo de 2011

Sobre ir de más a menos, y desaparecer

Si me muerdo la lengua saldrán volando las malas palabras que nunca te dije. Hoy he pateado las aceras en busca de un motivo para seguir andando y no volar yo también. ¿Para qué conformarse con ser humano si podemos ser más? Si pude serlo, si dejé de poderlo, si soñaré con dejarlo de haber sido. La última vez que me la mordí te salpiqué de tensión y orgasmos. La próxima te llenaré de sin sentidos.
Un día me voy a tragar a Dios y cuando lo vomite será polvo de estrellas, como un flash de la última foto de nuestros cadáveres, un testimonio de lo que nunca fuimos, éxtasis líquido y el polvo que poco a poco se ha ido depositando en tu lado del sofá.
Me voy a desguazar. Tanto tira y afloja tenía que llevar a esto. Te dejaste la ropa sucia sobre mi edredón. Sólo espero que no acabes sobre mis restos. Mejor búscate otro lugar donde vaciar tus instintos. Me puse en liquidación, cerraba por traspaso, sangre y sexo.
 Desahuciame el alma, como desahuciaste mi cuerpo.

martes, 10 de mayo de 2011

Sobre las espirales y lo que llegó tarde

Si nos hubiéramos caído de la pluma de Sófocles, yo hubiera deborado a tus hijos, o tú hubieras matado a mi hermano, o los dos nos habríamos casado con nuestros padres, o seríamos fruto del incesto, o nos asfixiarían los Titanes. Sin embargo, los griegos llevan ahogados en el Egeo demasiado tiempo para narrar nuestras miserias. Esta tragedia la escribimos entre tú y yo, paso a paso, lágrima a lágrima. Entre aquellos cafés con dos terrones de azúcar y tres de amargura, entre calada y calada a tu pulmón negro, entre suspiro y suspiro por ver que el tiempo pasaba. Sí, también para nosotros. Y creció en tu corazón la arruga que acabó por tragarte y en el mío se abrió un agujero del que nunca más regresé. Así se dio paso a la ceniza. A la que queda hoy de mis tardes esperando en tu portal. De la que renacerán algún día tus fantasmas. Y volveremos a empezar porque hay un punto en nuestras vidas en que todo pierde sentido y no nos queda más que rodar y rodar en busca del hilo de oro que nos saque del laberinto. Rasgar las coordenadas del espacio que hay entre los dos. Trazar espirales en la historia. Morir en el intento.

Los Dioses se quedaron sin palabras a la hora de escribir nuestro destino.

lunes, 2 de mayo de 2011

Sobre esos tiros que me apetece pegarme

Si los hubiera pegado todos de mí quedaría un puré de sueños y sesos esparcidos sobre el lienzo de mis miserias cotidianas. Pero que no me los haya pegado físicamente no quiere decir que no hayan atravesado mi sien, abierto un agujero negro de esperanzas en mi cráneo y atravesado el cerebro clavando huesos astillados en cada axón, brillante como una estrella en el vacío. No significa que la bala de mis tormentos no haya obstruido mi encefalograma, haya rasgado el vórtice ideal de cada lóbulo y asfixiado hasta la última neurona. Haya ido dejando un reguero de fango y sin sentidos por mi cabeza y al final haya salido por el otro hemisferio, llevándose los valores, las sonrisas y el porqué de seguir con todo esto, y salpicando mi almohada de los sueños rotos que nunca más he de volver a imaginar y de la soledad que cada día saboreo.

Con toda la sangre que brotaría de esos momentos podría haber escrito mil biografías diferentes mías, pero ninguna me convence. Es como si la pluma de mi cerebro muerto se empeñara en escribir destinos que ni yo ni nadie quiere, es como si la médula espinal se hubiera enrollado por dentro de mis vértebras y se hubiera escondido de algo que le atemoriza ahí dentro. Y ese algo soy yo, y mis ideas de perro vagabundo y mis amores de perro pulgoso y mi escepticismo de perro viejo. Y entre una perrería y otra, sigo cargando el revolver en intentos de acabar con todo que no hacen sino abrir fosas nuevas y abismos viejos.

Algún día meteré todas las balas en el tambor.