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Id como una plaga contra el aburrimiento del mundo



viernes, 13 de agosto de 2010

Un punto

Hoy es uno de esos días en los que necesito que el papel me ayude a cicatrizar heridas. Lastimosamente, nisiquiera el papel parece estar de mi lado. Quizá nunca me había enfrentado a una situación así, y estoy en uno de esos momentos de la vida en los que uno cree que nada, absolutamente nada de lo que está haciendo, tiene sentido o va a navegar hasta un buen puerto. Me gustaría dejarlo todo, sobretodo la razón, hacer caso al instinto e irme un año lejos de aquí.

Quince días de viaje me han enseñado que lo que importa en esta vida son las personas. Lo material, los caprichos, los planes, el futuro, el pasado... es todo vanal. Por todas partes la gente se preocupa exclusivamente de aquello que posee, y no se da cuenta de que lo más importante no se puede poseer: su relación con los demás. No en todas partes hay dinero, ocio o negocios, pero sí hay personas, y ellos sí son verdaderamente especiales. He conocido a cientos de preciosísimos individuos, con unas vidas tan lejanas, dispares, y a la vez tan paralelas, y he vuelto a mi lugar de origen con la intención de profundizar más mi relación con los demás, de aprender de sus vidas, de cimentar mi relación con ellos, de dar más de lo que recibo, pero la relación que más importa ha tomado ya el camino inverso. No encontraré papel ni tinta que solucione eso en mucho tiempo.

El ser humano es extraordinario, y extraordinariamente no me había dado cuenta de ello. Soy un ínfimo punto en el universo.

lunes, 9 de agosto de 2010

A corazón abierto

Te voy a contar las cosas como yo las veo:

...

No, creo que a día de hoy no está al alcance de mis manos hacerlo. Podría abrirme en canal y dejarte ver mi corazón ardiendo. Es todo lo que puedo, porque las palabras no me salen como lo siento. ¿Qué podría decirte que fuera verdadero? Mi organismo se ha acostumbrado a ti como al peor veneno, y ya no puedo escapar. Me has hecho reír, soñar. Qué mas dá si todo acaba ya. El tiempo ha corrido por delante de nosotros. Hagamoslo facil, firmemos treguas con el destino y cuando las agujas dejen de correr en la esfera de la distancia, cuando se canse el minutero de la ausencia... hablaremos de nuevo. Quizá entonces esté en mis manos decirte las cosas como yo las veo. Quizá no. Te quiero.