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Id como una plaga contra el aburrimiento del mundo



sábado, 29 de agosto de 2009

Hacia atrás

Si de pronto los relojes corrieran hacia atrás, volverían a la vida todas las personas que perdimos. Volverían los gritos de terror corriendo a sus gargantas. Volverían las balas al cauce de sus armas. Volverían las bombas a meterse en sus carcasas, los soldados a sus tierras, las cenizas a ser casas. Volvería a sus ojos cada lágrima caída y todos los miedos desaparecerían. Volverían los huracanes a ser suaves brisas y también los aludes a sus blancas cimas. Volverían los incendios a ser pequeñas chispas y todos los héroes volverían a la vida.

Si de pronto los relojes corrieran hacia atrás volvería a verte en la estación antes de la despedida, volvería a leer tus cartas que me enviaste desde la otra punta del mundo, con el ecuador, volveríamos a contar las estrellas infinitas y a dejar que nuestros pies pisaran la Luna, tumbados en la arena de alguna playa muda que con sus conchas nos hablaba en idiomas que sólo entiende el alma. Volveríamos a reír y no sabríamos de los golpes de la vida, volveríamos a sentir, y a querer, y a abrazarnos cada día.

Si de pronto los relojes corrieran hacia atrás, tú estarías viva.

viernes, 28 de agosto de 2009

18.




Por un año más, un año menos.
Todo depende de cómo se mire.
28.08.09
Feliz día de cumpleaños.

jueves, 27 de agosto de 2009

A ciegas

A oscuras y sin palabras es como mejor se aprende. Uno debe sobrevivir sin saber muy bien a qué, ni cuando, ni cómo. Y eso despierta las conciencias, hasta las más dormidas.

A oscuras y sin palabras es cuando uno aprende a mirar con las llemas de los dedos y, a tientas, va trazando un camino por la piel del enemigo que después recorrerán los labios perdiendo besos a su paso. Tras ellos nacerán los primeros sonidos, y el roce de las pestañas, y las sonrisas tímidas, nuevas, extrañas.

A oscuras y sin palabras es como las primeras veces preceden a las que siguen, más luminosas y, también, por qué no decirlo, ruidosas. Cuando ya no importan las llemas de los dedos ni las pestañas, ni la timidez. Cuando ya no importa nada y los labios corren detrás del placer, o en busca de él, sin perder ningún beso y sin dejar escapar sonrisas cómplices.

Por eso, a oscuras y sin palabras es como mejor se aprende y, también, como mejor se disfruta. Como más se siente, como más se recuerda y, al final, como más se enseña.

A oscuras y sin palabras, dando palos de ciego, se pierde la inocencia, se descubre un mundo nuevo...

jueves, 20 de agosto de 2009

Naufragio

La marea me dejó el alma encallada, despedidas, sollozos y ganas de nada. La marea me dejó escrito en las pestañas con la espuma de sus olas testamentos de añoranza. La marea me dejó polvo en las entrañas, ceniza en los labios y fango en mis sábanas. La marea me dejó muertas las sonrisas, maltrechas las horas, contados los días. La marea me dejó lo que nunca nadie deja: dolor tras dolor, pena tras pena.

La marea se llevó consigo la esperanza, los sueños, la ambición y todas mis andanzas. La marea se llevó trocitos de hielo anclados al corazón ahogado en el cieno. La marea se llevó todas tus sonrisas, todos tus latidos, toda tu alegría. La marea se llevó también mi cabeza, mi poca cordura, mis pocas certezas. La marea se llevó del horizonte las gaviotas, de la vida el amor, la playa y las olas. La marea se llevó lo poco que habías dejado en un charco tras tu partida.

Y ahora que la marea ha subido tantas veces sin devolverme nada y dejándome lo que nadie quiere, ¿Qué me queda?

Y tú contestaste: Naufragar conmigo.

lunes, 17 de agosto de 2009

Segundos Segmentados

Dicen que hay ángeles disfrazados de personas que caminan entre nosotros cuidando de que no demos pasos en falso. Tú debías de ser uno de ellos.

Desapareciste tan pronto como pronto aprendí a amarte. Tus ojos se cerraron tan rápidamente como rápidamente supe que jamás curaría la herida que tu huella dejó en mi corazón.

Y el paso de los años no ha logrado hacer nada. He empujado el minutero con todas mis fuerzas tras las hojas caídas de decenas de otoños. He dado patadas al engranaje de inviernos que duraban más de tres meses en mi interior. He pataleado, lloriqueado y golpeado las paredes cristalinas de mi alma hasta sangrar corazones sobre mis sábanas.

Y llegaron abriles con sus soles sonrientes y mayos llevados a cuestas por pájaros cantores, pero yo sólo seguía viendo eneros.

El día que moriste nevaba. Y la nieve se caló en mi cuerpo derritiendo estrellas y formando nubes sobre mi corazón. Nubes de tormenta. Tormenta eléctrica que jamás mi alma logrará olvidar.

Y así, en estos años, no ha habido día que no haya deseado que la Muerte me lleve pronto en su abrazo eterno para poder verte una vez más.

Mientras muera sonriendo, el resto no me hace falta.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Better shape up

La música reventando los oídos, la noche alargándose más allá de su fín, la gente apretada riendo por reír, alcohol a raudales, sonrisas de pega y algo más que Johnny Walker en las venas.

LLegar un día más a casa dando esquinazo a las preocupaciones, esquivando y olvidando, matando el recuerdo. Meterse en las sábanas cuando el Sol hace horas que abandonó las suyas y dejar que el sueño y el cansancio hagan su labor.

Pensar en mil cosas o sólo en bailar, volver a la fiesta una noche más. Contar las estrellas con los ojos cerrados, aguzar los sentidos, aspirar los sonidos, sentir lo prohibido, morir en la pista y resucitar con un poco más de whisky on the rocks, sexo, droga y Rock'n'Roll.

Evadirme del mundo y empezar a ocultar a toda la gente mi verdadero final, meterme en tu cama una noche más, arrepentirme al mañana y volver a caer otras mil veces más.

Y es que las noches no son diversión, no bebo por mí sino por tu corazón. No bailo por mí, bailo a tu son. No escucho el ritmo ni siento a la gente, no veo el destino ni miro de frente, me oculto, me escondo, me siento indigente. Me ahogo, me muero, me pierdes, me tienes.

And I'm losing control.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Sueños

Anoche soñé contigo.

Soñé que eras una estrella mirándome desde lo más alto del cielo, y yo, desde mi insignificable situación, te escribía palabras de amor en barquitos de papel que te enviaba siguiendo la trayectoria de las nubes. Pero nunca llegaban a tí porque siempre los hundía el rocío del amanecer.

Soñé que eras un relámpago surcando el negro horizonte en una noche tormentosa y yo le susurraba poemas al viento para que los llevara hasta tus oídos, pero tan rápido partías en dos el firmamento como desaparecías y el viento, por más que corriera, siempre llegaba tarde.

Soñé que eras el mar y yo un triste avión de papel que se había precipitado desde un acantilado demasiado bajo para sobrevivir a la espuma de las crestas de tus olas, espuma en la que me sumergía empapando historias de amor sin finales definidos, finales que escribían después tus pestañas.

Soñé que eras la vida y yo simplemente un punto y a parte, una pausa en tu infinito que soñaba ser punto y final y cada vez se parecía más a una coma.

Soñé que eras. Sin más. Y teniendo en cuenta que al despertar no estabas a mi lado, fué más que suficiente.

lunes, 3 de agosto de 2009

Cartas de amor desde una tierra desesperada

Hola cariño,

hoy es viernes, otro más. Otro de los tantos que te he escrito ya. Hoy además es impar, y como todos los días impares he salido arma en mano y he matado. Hombres, mujeres y niños. Que en la guerra no hay distinciones, eso de respetar a los débiles son romanticismos en desuso. Mañana será día par, y esos son peores. Los días pares no salgo, pero los paso acurrucado en la cama como un niño pequeño, destrozado, y recordando una a una las miradas de todas las personas que maté el día anterior. Miradas de terror y de súplica. Miradas humanas. Sí, humanas. Humanismo de ese que siento que ya no me queda y que sólo tú me haces recordar.

Hoy, como todos los viernes impares, he llorado, y eso es algo que, aunque me prometí hacerlo sólo los viernes impares, hago también todos los días pares y los que pasan entre medias.

Hoy, y aunque duela decirlo, puede que sea el último día que te escribo. Sí, me han destinado a los escuadrones, y en primera fila. Sí, ese sitio al que mandan a los cobardes. Tu marido es carne de cañón.

Quiero que sepas que, aunque muera como cobarde, tu marido siempre ha sido un valiente. Esta guerra no es la mía y me he cansado de matar a niños mientras el mío crecerá sin que yo pueda verlo. Esta guerra no es la mía y me he cansado de besar banderas que jamás dejarán escapar un llanto por mí el día de mi muerte. Esta guerra no es la mía y ya estoy arto de cantar himnos que no saben de libertad ni de esperanzas.

Esta querra no es la mía, ni la de nadie más.

Quiero que le pongas a nuestro niño Océano. Tú nunca lo has visto, pero te asombraría lo inmenso que es. Lo he sobrevolado mil veces y sólo entonces he hallado la paz que en estas tierras ya no se recuerda. Paz, curiosa palabra. Los humanos somos tan sumamente capaces de nombrar cosas abstractas que con tres letras hemos bautizado un hecho que quizá nunca conozcamos.

Si no te gusta, también puedes ponerle Libertad. No sé muy bien que significa, nisiquiera creo que exista. A mí me han hablado muchas veces de ella y sin embargo estoy luchando en esta guerra, obligado, en contra de lo que me dicta mi corazón. Cuando pregunto al respecto a mis superiores me dicen que confundo libertad con libertinaje. Aunque tampoco creo que ellos sepan de lo que hablan, se miran demasiado el ombligo como para abrir un diccionario.

Si aún así no te gustara, podrías llamarlo Amor, Amistad, Sonrisa, Sueños, Amanecer, Futuro o Infancia. Parecen cosas simples, pero una vez aquí se echan de menos.

El otro día salvé a una niña en medio de un bombardeo, no comprende nuestro idioma, pues aquí hablan distinto. Creo que a eso se le llama multiculturalidad y tiene algo que ver con lo que nos hace humanos y distintos entre todos a pesar de ser iguales. Aunque de Igualdad tampoco se oye hablar mucho por estos páramos. Mantuve a la niña escondida unos días hasta que pude llevarla a la frontera donde la recogieron unos voluntarios pacifistas. Como había olvidado todo sobre su pasado, les dije que se llamaba como tú, Esperanza.

De echo salvar a esa niña es lo que me ha llevado a que me destinen a las primeras filas mañana.

Será durante una batalla de trincheras. Sinceramente, no suele sobrevivir nadie, y yo no seré una excepción.

Ahora que ya me he desahogado, sólo queda decirte que cuando recibas la carta dejes abiertas todas las ventanas de casa y dejes sobre tu mesita de noche una vela encendida para no perderme en el infinito, que en el firmamento, con tantas estrellas, uno debe de perder el rumbo a menudo. Y es que por fín, cariño, vuelvo a casa.

Esperando abrazarte nuevamente,
tu marido que te quiere y no te olvida.

sábado, 1 de agosto de 2009

El lienzo

Cuéntame cómo aprendiste a besar sin que apenas note tus labios. Cuéntame cómo empezaste a soñar conmigo sin tenerme a tu lado. Cuéntame cómo haces para seguir sonriendo, pase lo que pase, con tu sonrisa blindada siempre a prueba de los vientos.

Cuéntame cómo hiciste para convertir tus lágrimas en sueños. Cuéntame cómo diste a tus palabras los sonidos de este cielo añil y eterno. Cuéntame cómo has pintado con los ojos cerrados este lienzo, donde miles de colores se unen a solas, como hojas caidas de un árbol ya muerto, con su melodía otoñal, formando en el suelo el vivo retrato de mi corazón soñoliento.

Cuéntame cómo tu mirada se pierde en el mar y navega tras el último aliento de mi melancolía, rumbo al horizonte como impresionistas pañuelos blancos perdidos por alguna dama en su lento paseo entre el recuerdo y el olvido, a la orilla del mar. De ese mar tan claro y limpio, de ese mar negro y oscuro, de ese mar tan brillante que un dia pintamos con nuestra sonrisa para olvidar que ya no somos nada. Que ni tu eres pintora ni yo soy tu alma.

Que los pinceles han comenzado a escribir nuevas historias en su paleta, y nos han olvidado.
Porque el amor es eso: un segundo pintado por un pincel caprichoso en un viejo cuadro.