Escapar. Y soñar con reventar. Ser un pincel de estrellas que escriba nuestros nombres en las nubes y que pinte horizontes en las paredes de nuestra cárcel. Oír la llamada de la libertad y quemar amaneceres en tu piel mientras el tiempo fuma lentamente sus segundos. Sentir como todo explota y desaparece de nuestro alrededor, sin dejar notas de despedida ni melodías de locura que hiervan la voz. Escapar y sentir que nada a valido la pena. Nada excepto tú.
lunes, 28 de diciembre de 2009
domingo, 27 de diciembre de 2009
martes, 22 de diciembre de 2009
Diciembre
A finales de diciembre siempre hace frío en la ciudad. La gente se agrupa en sus casas, se abrazan, se sonríen, se sientan junto al calor de sus estufas e intercambian regalos sobre el sofá, o susurros de amor bajos las sábanas, o miradas cómplices a través del cristal de la ventana, más allá de la nieve.
Y a algunos no les parece suficiente su cama en las frías noches, mientras otros duermen en las bocas de metro esperando simplemente amanecer vivos.
Y a algunos les parecen pocos sus zapatos mientras otros sueñan con recuperar sus piés, y a otros les parece que las llemas de sus dedos no han recorrido aún suficiente piel ajena mientras muchos han perdido sus manos y no sabrán jamás del tacto conocido entre edredones.
Y para algunos la comida desborda sus platos, mientras hay quien sólo conoce platos vacíos y la desbordadura de la sed en la boca, del polvo en los labios.
Y hay quien pide padres mejores y hay quien pide sólamente padres.
Y hay quien pide tener hijos y hay quien pide recuperar a los que ha perdido.
Y hay quien pide salud y hay quien pide seguir vivo.
Y hay...
A finales de diciembre siempre hace frío en la ciudad. La nieve cae y a menudo la usamos como un conveniente disfraz para nuestra alma humana que se congela como el tiempo y no quiere mirar a los ojos de la humanidad. De la verdadera humanidad.
A finales de diciembre siempre hace frío en la ciudad, y en nuestro corazón.
A finales de diciembre...
¿Feliz navidad?
Y a algunos no les parece suficiente su cama en las frías noches, mientras otros duermen en las bocas de metro esperando simplemente amanecer vivos.
Y a algunos les parecen pocos sus zapatos mientras otros sueñan con recuperar sus piés, y a otros les parece que las llemas de sus dedos no han recorrido aún suficiente piel ajena mientras muchos han perdido sus manos y no sabrán jamás del tacto conocido entre edredones.
Y para algunos la comida desborda sus platos, mientras hay quien sólo conoce platos vacíos y la desbordadura de la sed en la boca, del polvo en los labios.
Y hay quien pide padres mejores y hay quien pide sólamente padres.
Y hay quien pide tener hijos y hay quien pide recuperar a los que ha perdido.
Y hay quien pide salud y hay quien pide seguir vivo.
Y hay...
A finales de diciembre siempre hace frío en la ciudad. La nieve cae y a menudo la usamos como un conveniente disfraz para nuestra alma humana que se congela como el tiempo y no quiere mirar a los ojos de la humanidad. De la verdadera humanidad.
A finales de diciembre siempre hace frío en la ciudad, y en nuestro corazón.
A finales de diciembre...
¿Feliz navidad?
Ideado por
Chrístopher Talot
a las
1:40
sábado, 19 de diciembre de 2009
Miradas
¿Acaso tú puedes mirar a los ojos de los protagonistas
de la historia de la humanidad sin que un escalofrío
recorra tu piel y te sientas, al mismo tiempo, parte
de lo más extraordinario y de lo más horroroso que
la naturaleza ha creado jamás? ¿Acaso puedes reír? ¿Acaso no quieres llorar?
Ideado por
Chrístopher Talot
a las
22:39
lunes, 14 de diciembre de 2009
Libertà, parità, fraternità
"Vosotros querríais transformar Italia en una plaza chillona, que insulta y que condena. Vergüenza, vergüenza, vergüenza."
Tú la querrías convertir en una plaza silenciosa, que llora y pone el culo en pompa. Descaro, descaro, descaro.
Ideado por
Chrístopher Talot
a las
16:32
miércoles, 9 de diciembre de 2009
16:9
¿Te acuerdas cuando dijimos que íbamos a vivir en panorámico? "Como en las películas" me solías decir.
La escena siempre comenzaba igual: aparecías entre la gente que se aglomeraba en la estación, me saludabas, comenzabas a contarme mil cosas con tu voz cristalina, pero yo sólo quería escuchar una y, como veía que no llegaba, te besaba, interrumpiendo con mis labios el torrente de palabras que salían de tu boca con destino el universo. Después de agotar los segundos necesarios para no pecar de avaricia nos separábamos. Y por fín me decías "te quiero", como yo había esperado desde el primer momento. Y a eso le seguía "te he echado de menos", "te necesito", "esta noche recuperaremos el tiempo perdido"... Y así lo hacíamos, lo más lento y relajado que nos permitía la velocidad del tiempo. Y al llegar la mañana sonaba tu móvil, y los "te quiero" y los "te necesito" de ayer se convertían en los "tengo que volver a irme" de hoy. Y te acompañaba a la estación, me besabas bajo el reloj, te cogía fuerte por detrás de la cabeza acariciando tu pelo por el que se enredaban aún nuestros últimos suspiros de la noche anterior, y tú levantabas la pierna. Era la escena perfecta para el final de nuestra película... pero entonces tu tren resoplaba y tú tenías que volver a irte lejos, a perderte entre la gente aglomerada en la estación, y no había frases especiales de esas que culminan los mejores guiones. Y no había nada...
¿Te acuerdas cuando decíamos que íbamos a vivir en panorámico? Pues hace tiempo que rompí la pantalla.
La escena siempre comenzaba igual: aparecías entre la gente que se aglomeraba en la estación, me saludabas, comenzabas a contarme mil cosas con tu voz cristalina, pero yo sólo quería escuchar una y, como veía que no llegaba, te besaba, interrumpiendo con mis labios el torrente de palabras que salían de tu boca con destino el universo. Después de agotar los segundos necesarios para no pecar de avaricia nos separábamos. Y por fín me decías "te quiero", como yo había esperado desde el primer momento. Y a eso le seguía "te he echado de menos", "te necesito", "esta noche recuperaremos el tiempo perdido"... Y así lo hacíamos, lo más lento y relajado que nos permitía la velocidad del tiempo. Y al llegar la mañana sonaba tu móvil, y los "te quiero" y los "te necesito" de ayer se convertían en los "tengo que volver a irme" de hoy. Y te acompañaba a la estación, me besabas bajo el reloj, te cogía fuerte por detrás de la cabeza acariciando tu pelo por el que se enredaban aún nuestros últimos suspiros de la noche anterior, y tú levantabas la pierna. Era la escena perfecta para el final de nuestra película... pero entonces tu tren resoplaba y tú tenías que volver a irte lejos, a perderte entre la gente aglomerada en la estación, y no había frases especiales de esas que culminan los mejores guiones. Y no había nada...
¿Te acuerdas cuando decíamos que íbamos a vivir en panorámico? Pues hace tiempo que rompí la pantalla.
Ideado por
Chrístopher Talot
a las
23:15
miércoles, 2 de diciembre de 2009
Jaque
Dijo el sabio: "La vida es un tablero de ajedrez, de noches y días, donde Dios con hombres como piezas juega, mueve aquí y allí, da jaque mate y mata. Y pieza por pieza vuelve a ponerlos en la caja, pues hay un destino para la pieza, para el jugador y para Dios."
Mi vida cabe en un tablero de ajedrez, aunque a veces los cuadrados se difuminan, y no se cuando son las noches, ni cuando son los días, porque Dios juega a taparme el Sol y las estrellas con las coronas de sus reyes. Que no importa sin son blancos o negros, porque todos gobiernan un mismo reino. Mi vida cabe en un tablero de ajedrez, y una mano invisible me lleva, de aquí para allá, me levanta y me arrastra y, cansada de mí, me vuelva a dejar, pero nunca me mata. Veo caer a todos a mi alrededor, uno a uno, pieza por pieza, cumpliendo su destino, y yo sigo vivo, soy la pieza final. Mi vida cabe en un tablero de ajedrez, estoy a una L del caballo, en diagonal para con el alfil, en frente de la torre, junto a la reina, y no soy el rey. Soy el peón del equipo contrario, ¿Mate?
¿Y el tuyo? ¿Cuál es tu destino?
Mi vida cabe en un tablero de ajedrez, aunque a veces los cuadrados se difuminan, y no se cuando son las noches, ni cuando son los días, porque Dios juega a taparme el Sol y las estrellas con las coronas de sus reyes. Que no importa sin son blancos o negros, porque todos gobiernan un mismo reino. Mi vida cabe en un tablero de ajedrez, y una mano invisible me lleva, de aquí para allá, me levanta y me arrastra y, cansada de mí, me vuelva a dejar, pero nunca me mata. Veo caer a todos a mi alrededor, uno a uno, pieza por pieza, cumpliendo su destino, y yo sigo vivo, soy la pieza final. Mi vida cabe en un tablero de ajedrez, estoy a una L del caballo, en diagonal para con el alfil, en frente de la torre, junto a la reina, y no soy el rey. Soy el peón del equipo contrario, ¿Mate?
¿Y el tuyo? ¿Cuál es tu destino?
Ideado por
Chrístopher Talot
a las
19:19
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