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Id como una plaga contra el aburrimiento del mundo



martes, 13 de abril de 2010

La Pajarita

No sabe que ocurre en aquella calle por la noche. Oye los ruídos, las risas, el jaleo, la música, los gemidos, los borrachos, las canciones, los pasos apresurados, los gritos de miedo y los de placer... lo oye todo, pero nunca ha visto esa calle por la noche. Él sólo sale a la puerta de su humilde hogar cuando el Sol lo acompaña. De buena mañana los orines y las botellas rotas inundan el callejón. Él, con toda la paciencia de una vida de trabajo constante, encorbado, echa uno tras otro pozales de agua por encima del empedraro para que las alcantarillas se lleven los recuerdos de una noche de lobos. Después, y cuando aún no se ha despertado ningún vecino (de los pocos que se despiertan en aquél lugar) empieza a sacar cajas de madera apolillada y a amontonarlas a ambos lados de su la estrecha y alta fahada de cal desmenuzada que conforma su casa. Cuando el Sol empieza a levantarse y se refleja desde el final de la calle sobre el suelo aún húmedo todo se baña de un tono dorado y el anciano sonrie sutilmente como recordando un tiempo en que aquél rincón de la ciudad era la avenida de los sueños. Sobre las cajas empieza a colocar una a una, decenas de pajaritas de papel. Las hay más grandes, más pequeñas, con más y menos alas, con más y menos pico, de un blanco impecable, de un blanco roto y también de colores 8aunque no muchas). Tras hacer eso, se sienta en la puerta y, sin perder la sonrisa, empeiza a ver despertar al barrio. Pasa el cartero, dice buenos días, el anciano lo mira espectante, esperando que le compre una pajarita, pero, como todos los días, el cartero pasa de largo en su bicicleta oxidada. Pasa la verdulera, de camino a abrir su negocio, saluda efusiva, pero no compra. Llega el mediodía y por la puerta han desfilado cientos de vecinos, algunos más relajados, otros con prisa, unos descansado, otros trabajando y la mayoría muriéndose de hambre. El anciano piensa que él también es un muerto de hambre, pero no deja de sonreír. Avanza el día, el Sol ha paseado sus rayos por toda la calle y ya casi se está poniendo por el extremo contrario. Nuevamente ilumina el lugar, esta vez de un tono similar al bronce, de oro viejo y ponzoñoso, de recuerdos muertos de un lugar que fue otra cosa hace demasiado tiempo. Cuando ya todos los vecinos han desecho el camino que hicieron horas antes, han vuelto a saludar al anciano e incluso alguno se ha parado a mirar las pajaritas (y no, ninguno ha ocmprado), pasa por la calle un carromato de ébano, tirado por dos caballos blancos, conducido por un galán de rancia mirada. A la ventanilla se asoma una pequeña niña rubia, de ojos claros y mirada inocente, sonriendo a pesar de la decadencia del lugar, viendolo todo como si la luz del Sol aún fuera de oro, y no de bronce. El anciano se levanta, sonriendo, encorbado, se acerca a la carroza que avanza a paso lento, coje una pajarita, no es la más grande pero si la más llamativa, en un tono rosa, y se la da a la niña segundos antes de que una mano envuelta en un guante de cuero la coja violentamente desde el interior y la aleje de aquél mundo. La carroza se aleja por el final de la calle y el anciano recoje sonriendo, pensando en qué triste es la vida de aquél que quiere quitarle la sonrisa a una niña. A pesar de tener la mejor carroza de la ciudad, dos preciosos caballos y un galán a su servicio, el señor del guante de cuero no es más feliz que ninguno de los desgraciados de aquella calle.

El anciano sonríe, recoje la scajas poco a poco mientras el Sol se acuesta una noche más. Entra en su hogar, sin saber qué pasará ahora que la Luna es la dueña de la calle por una horas, pero se dice que, en el fondo, hasta las má sbuenas familias tienen una puerta de atrás, un callejón sin salida, una calle de las miserias en que verter su perdición. Y a lo lejos suena un violín.

5 comentarios:

  1. Por favor... con lo sensible que estoy yo hoy... pobre niña y pobre pajarita rosa...

    Tendría que pasar yo por esa calle miserable para comprar al menos una pajarita... que a todos nos gusta que nos compren...

    Me ha gustado mucho, se nota no??? que me he metído en la historia del tirón...jajajaja!

    Besitos de pajarita! ups digo de Mariposa!

    :***************************

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  2. ehehehe Y si que me he enterado del tema ehhhhh que en esa calle pasan muchas cosas y todas tristes... Pero que suene el Violin... ummmm que no deje de sonar por favor!

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  3. En respuesta a tu comentario.. creo que sé a lo que te refieres. A veces hay ciertos aspectos que nos hacen algo "particulares", es como un don y una maldición a la vez. En algunos momentos sientes que todo sería más fácil si dejaras atrás todos esos rasgos de tu personalidad que te impiden vivir tranquilo, que solo logran complicarte muchísimo las cosas... Pero en el fondo, en el fondo, te encanta, es parte de tí, y no lo cambiarías por nada. Almenos ese es mi caso :)

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  4. PD. Me encanta tu forma de expresarte. Tenia que decirlo.

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