Hay cosas que duele escribir. Pero me suelo poner al teclado de madrugada, y también hay madrugadas que duelen, que sangran. Madrugadas en las que creo odiar el mundo. Madrugadas misántropas en las que hago cenizas de mí mismo, y de los que están conmigo. Vuelvo a casa peinando las calles, fijándome en cada deshecho, en cada quimera y en cada persona con la que me cruzo. Pienso en sus vidas, y las siento llenas de cosas vacías, y a mí mismo, vacío de cosas llenas, en comparación. Es como si no pudiera vivir las cosas simples, como si necesitara siempre complicarme, intentar ir más allá de lo que se espera de mí, intentar desmontar pieza a pieza las convenciones y el porqué de las cosas, ver la cara oculta y la roña bajo la bonita alfombra que llamamos sociedad. Creo que mis sentimientos son suicidas. Enamorarse de quien se va lejos, enamorarse de aquello que odias, enamorarse de quien sólo se ama a sí mismo, enamorarse de alguien con quien sólo has tenido una noche de sexo. Enamorarse de quien no te va a corresponder, en definitiva. Y parece mentira que necesite el amor odiando tanto a los demás. Sus gestos previstos, sus discursos prefabricados y sus sentimientos presupuestos. Todos ansían cumplir con su papel como en una película, sacralizar lo cotidiano, elevar la mediocridad a la categoría de sobrehumano. Y en mí interior me río de ellos, y me siento mal por ello. Aunque sólo necesito un poco más de los demás, quizá una muestra de cariño, sentirme querido, apreciado, entrar en su juego desquiciado, no sé. A veces pienso que supongo que intuyo que creo que soy superior, y eso me hace sentir aún peor. En realidad los envidio, ojalá pudiera disfrutar de todo lo vacío, ojalá pudiera ser necio. Es en estas madrugadas cuando veo más atractiva la opción del suicidio que la de seguir fingiendo que estoy vivo. Nací muerto. No me malinterpreteis, necesitaba desahogarme, llorar todo esto, todo lo que a veces pienso. Creo que estoy fuera de juego en las normas de esta vida, simplemente. Me gustaría coger la crisma de la vida y partirla en mil trozos, por ser poético. Me gustaría partirme la mía, por ser realista.
Me suelo sentir misántropo. Pero seamos sinceros: no odio al ser humano, a quien odio es a mí mismo.
lunes, 18 de abril de 2011
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Me siento gilipollas cuando entro en tu blog y leo esto, me digo, CATI! PORQUE NO ENTRASTE ANTES?¿?!!
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