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Id como una plaga contra el aburrimiento del mundo



sábado, 5 de junio de 2010

Miserias II

Se llamaba Núria. Era una de tantas más que habían caído en depresión tras la muerte de un novio drogado, o que conducía a máskilómetros de los que permite el contrato con la vida, o que había decidido meterse en una pelea de ricos más... sea como sea, nunca me contó qué había sido de él, ni importaba. Era una más de tantas en su situación. Nos conocimos en el momento idoneo.

Su ambiente cargado de gafas de pasta, pintas en garitos irlandeses y Vampire Weekend haciendo sangrar los oídos era lo más alejado de cualquier ambiente en el que me hubiera movido nunca. Igualmente, ella nunca había visto las calles llenas de jeringuillas ni los yonkis durmientes del ocaso ni las peleas de bandas en un barrio de cuya existencia nisiquiera se había percatado hasta conocerme a mí.

Fue en el centro, ese único punto de las ciudades en el que se pueden conocer gente que provenga del cerebro y gente que provenga de los piés, como un corazón internodal que conecta las tragedias con las comedias en el organismo de la vida. Aún así, nosotros éramos dos tragedias en busca de una comedia inexistente, y lo único que teníamos en común habian sido las drogas. En mi caso, se esnifaban con billetes de 5 euros, en el suyo, con billetes de 100, pero era la misma guerra luchada en diferentes campos de batalla.

Aprendimos a amarnos a pesar de desconocer el amor, y yo creía que incluso podíamos permitirnos el lujo de empezar a olvidar.

2 comentarios:

  1. Parece el argumento de una película.

    Fue en el centro, ese único punto de las ciudades en el que se pueden conocer gente que provenga del cerebro y gente que provenga de los piés, como un corazón internodal que conecta las tragedias con las comedias en el organismo de la vida. Aún así, nosotros éramos dos tragedias en busca de una comedia inexistente,

    menuda manera de escribir!

    enganchas :)

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  2. Me encanta.

    La droga no entiende de clase social.

    Mua!

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