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Id como una plaga contra el aburrimiento del mundo



lunes, 28 de marzo de 2011

Sobre el rocío y las palabras susurradas

¿Sabes esos momentos en la vida que te sientes inexplicablemente triste? Eres como una gota. Una gota de rocío en la mañana, parada, pendiente, colgando del extremo de una pequeña hoja tierna de la vida, ante el abismo con aliento de nubarrones, de tormentas, de desdichas de lo cotidiano. Brillas y tiemblas, eres lo más frágil de la creación, colgando en tu abismo, pero, sin embargo, tienes la fuerza suficiente para reflejar el Sol al universo, y no quieres, o no sabes verlo. Es como si estuvieras incendiado por dentro, sientes encoger tu estómago, llevarse consigo la cara alegre del mundo, y despiertas en la oscuridad con pánico por si caes en tu propio agujero negro, ese que ha brotado de no sabes dónde y que pone en jaque el equilibrio de tus talones. Necesitas gritarle al mundo, pero tu voz es de cristal. Necesitas llorar las lágrimas más negras, y éstas rasgan tu rostro, tus manos apretadas, tu alma que se escapa. Sientes cada uno de tus descosidos y el incendio que hay dentro de ti convierte en cenizas tus sueños y encenaga con ellas los raíles del último tren que perdiste al destino.

Y sin embargo, unas simples palabras, esas que esperabas sin saberlo, pueden aparecer de la nada, susurradas por algún ángel que ha perdido el vuelo, un sueño del pasado, un recuerdo del futuro, qué se yo... Pero te dice lo quieres, lo que sabes, y tan pronto como caíste vuelves a volar.

1 comentario:

  1. A veces ese aliento nos da la fuerza suficiente para resurgir hasta de las cenizas.

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