Aún me quedan meses en este curruncho del planeta y ya siento que voy a echarlo de menos el resto de mi vida. Uno se encuentra una noche bajo su lluvia eterna escuchando a Ferreiro mientras ve cómo en su lista de amigos aparece un puñado de personas que no estaban ahí hace unos meses, de cuya existencia no sabía nada, pero sin los que no es capaz de imaginarse ya un día a día. Y me doy cuenta que llegará el momento en que desde mi casa no pueda ver playas vacías, y que cuando las vea llenas de lluvia no será lo mismo, y que, desde luego, va a faltarme todo el valor del mundo para marcharme.
Galiza, ficechesme escravo de tanto quererte ceibe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Dale una vuelta más a mi mundo: