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Id como una plaga contra el aburrimiento del mundo



martes, 21 de julio de 2009

Borrones

Te dije no me ames y me contestaste te amaré. Te dije un hasta nunca y me prometiste un pronto te veré. Y así, llevándome siempre la contraria, avanzamos por la vida directos a un final anunciado, conocido con antelación, conscientes de la brevedad en la que podía sumirse la felicidad de la que gozábamos.

Yo había vivido mucho, demasiado. Guerras, hambre, injusticias... Había sufrido lo insufrible y había visto morir a los mismos que había visto nacer. Una lágrima tras otra, una desgracia sobre un mar de anónimas desdichas humanas, aquellas que se extienden más allá del horizonte de Occidente.

Tú no habías vivido tanto, pero también había sido demasiado. Golpe tras golpe, insulto tras insulto. Una daga eternamente pendiente sobre tu único capricho, ser feliz. Quizá no habías salido del país ni habías sobrevolado los desiertos y los océanos en medio de un enjambre de bombas, como yo, pero habías surcado todos los desiertos y mares de las desgracias cotidianas.

Y ahora, pasado todo aquello que no es sino penúria, tan fielmente descrito como todo aquello que nos pasa camino de la muerte y que, extrañamente, llamamos vida, aunque la vida sea lo único que no logramos preservar de dicha odisea, nos habíamos encontrado al final del camino. Nos habíamos dado la mano y habíamos reído durante nuestros últimos dias leyendo palabras de amor en nuestras arrugas y sonrisas de esperanza entre nuestros dolores.

Por fín, tras llorar y sufrir, tras morir, habíamos conseguido que todo aquello que un día nos dolió y prendió hogueras en nuestra conciencia fuera ahora borrones de tinta sobre una carta de amor metida en una botella lanzada al océano en busca del último naufrago de aquella vieja leyenda que hablaba de la felicidad.

Y una vez muertos, empezamos a ser borrones que vivieron de verdad.

1 comentario:

  1. Impresionante.
    He echado un ojito por tu blog y me ha gustado mucho!:)
    Saludos! sigue escribiendo!

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