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Id como una plaga contra el aburrimiento del mundo



martes, 28 de diciembre de 2010

Sobre brindis y copas rotas

Antes de que el año se lleve a la tumba todos los momentos que no compartí espero que el tiempo me deje decir mis últimas palabras, si es que el delirio me lo permite. Brindemos:

Por los días que hubiera sido mejor no levantarse de la cama. Por las toses que las cenizas del recuerdo provocaron en las entrañas de mis pulmones. Por los pasos en falso que di en caminos ciertos. Por las inspiraciones que más me valdría no haber dado. Por todo el tiempo que me he quemado en los relojes de otros. Por los huesos duros de roer de mis sueños, que aún rotos, me han sacado de más de un apuro. Por mis (des)encantos. Por las miradas perdidas de gente que merecía más la pena en el vientre del transporte de esta amarga ciudad. Por las sonrisas que me dejé guardadas. Y por las que dejé escapar. Por lo fácil que le es a mi cabeza perderse entre las nubes. Por las palabras que he perdido intentando justificar a los demás, y por las que gané culpándome. Por las canciones tristes que nunca compondré. Por las experiencias, que eso nunca te lo quita nadie. Por las mentiras que cacé aún estando cojo del corazón. Por la ignorancia, estado en el que sólo se puede aprender. Por los tejados que empecé antes que el resto de la casa, y por la heridas al caerme del andamio de la esperanzas. Por los tesoros que encontré debajo de las X  (y del resto del abecedario) y por el vacío que había detrás de la mayoría de ellos. Por el mundo que nunca tendré a mis piés. Por los silencios más elocuentes de la historia del ser humano. Por las noches que acabaron lejos de donde empezaba mi imaginación. Por las letras que no dejé en su lugar al escribir mi tragicomedia. Por los descosidos del alma. Por muchos brindis como éste, con bilis y copas rotas. Por ellos. Por ti. Por que todo esto ahora pertenece tan sólo a mí. 

Lo buenos de los años, tan mezquinos, tan poderosos y prepotentes ellos, es que uno les sobrevive a todos. Menos al último. Tampoco iba a ser todo perfecto.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Sobre juegos y juguetes

-Ahora sí, ahora no, ahora sí, ahora no... Pretendes volverme loco. Estás jugando con mi cordura, estás probando sus límites.

-Sí cariño, lo que tú quieras.

-Ni siquiera me estás escuchando. ¿Cuando te cansarás de jugar conmigo?

-La respuesta es evidente, cuando ya no sirvas para nada.

-A veces prefiero que no me escuches.

-Sabes que sólo hablo en tu cabeza, que ni siquiera te atreverías a mantener esta conversación conmigo. Te gusta que juegue contigo, que te manipule, que te haga correr tras mis dedos, que tire de tus hilos y te enrede en ellos. Sabes que por mucho que te rompa vas a vender tu mundo por uno de mis besos. Eres el juguete roto más entretenido del mundo.

-Y tú la jugadora más macabra. Mi corazón se rinde.

sábado, 25 de diciembre de 2010

Sobre un año más (o un año menos)

Se me da mal hacer balance, y más del año más intenso de mi vida, hasta ahora. 2010 ha sido muchas cosas, alegres y tristes, pero podría dividirlo en cuatro etapas:

Enero-Febrero-Marzo o "La Transición":
Unos meses en los que me asumí a mí mismo, me consumí, digerí y renací. Aprendí a aceptar lo que había dejado atrás, a desterrar de entre mis cejas las personas innecesarias que se habían colado allí, a dar la bienvenida sin prejuicios a las nuevas. A matar esos prejuicios también hacia mí mismo, a comprenderme. Aprendí a respirar.


Abril-Mayo-Junio o "El descubrimiento de América": 
 Si primero tuve que aceptarme, luego tuve que ponerme en práctica. Aprendí a disfrutar con miedo mis primeros pasos en mundos nuevos. Con las personas que había tras de mí y con su cariño a cuestas, emprendí la escalada de nuevas cimas, me superé, me creí por primera vez hasta donde había llegado, crucé mis metas con ventaja absoluta. Aprendí a sonreír.

Julio-Agosto-Septiembre o "La Revolución Rusa":
Por el color más que otra cosa, el rojo sano en mis mejillas, el rojo apasionado en mi corazón. Descubrí un nuevo modo de vida, reinventé mi forma de querer, dí un paso sin marcha atrás en mi historia. Expandí mi curiosidad por Europa, expandí mi amor a dos corazones, que en uno sólo reventaba. Y finalmente, aprendí a echar de menos, pero de verdad, profundamente. Aprendí a valorar.

Octubre-Noviembre-Diciembre o "La caída del Imperio":
Sufrí, esperé, pensé, reflexioné e intenté reinventarme cien veces aunque siempre volvía al triste punto de inicio. Aprendí a desaprender lo aprendido. Me olvidé de respirar, de sonreír y de valorar.


Pero de un tiempo, altamente corto, a esta parte, todo ha dado un vuelco. Creo ver la luz y ahora creo comprenderla. Creo estar preparado, quiero que vuelva la Revolución Rusa e insufle su sangre joven en mis venas raídas, quiero que las personas que me acompañaron al Descubrimiento de América me vuelvan a hacer sonreír como si octubre nunca hubiera llegado, quiero que se note que la Transición existió, que no sigo siendo el extinto individuo que paseó sus mentiras sin pena ni gloria por la vida. Sé que los revolucionarios están aquí por pocos días, que se irán de nuevo y que los volveré a echar de menos. Pero también sé que yo sigo siendo el mismo revolucionario. Que luego no seré un alma en pena, que he aprendido de la distancia. Respiro, sonrío y... valoro que estés aquí.

viernes, 24 de diciembre de 2010

¡Feliz Navidad! y otras cosas horribles, ácratas.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Sobre descomposiciones y madrugadas

¿Cuanto tarda el cuerpo humano en descomponerse? Depende del trato que haya recibido, imagino yo. Influirán todos esos discursos que construiste con tus incongruencias. Todas las falsas semillas que plantaste en mí, las flores que esperabas recoger cuando sabes que no te corresponden, porque has regado otras plantas en mi ausencia, y porque no sé qué decir de mi presencia. Se me han descompuesto los sueños, el alma y la fe en la humanidad. Se me ha descompuesto el aliento y las palabras que hablan de ti. Y se me ha descompuesto la compostura. De mí, en todo caso, no quedará mucho que descomponer para cuando la Muerte me lleve en sus brazos. De corazón, al menos, ya ando escaso.

martes, 21 de diciembre de 2010

Sobre corazones bipolares

De tanto caminar por el filo de la duda, al final la vida me partió en dos y se quedó a cada lado de la frontera una mitad del corazón. Uno de los lados se ha sentado en el meridiano que dibuja su sonrisa a contemplar las caricias que le propina el Sol. El otro vive en un Londres constante, allí donde por más que alces el vuelo nunca deja de llover y tus alas empapadas te empujan al fondo de tus miedos.

Y ahora no sé si quiero al uno o echo de menos al otro. ¿Es capaz el corazón de pensar en dos personas a la vez? Mi cabeza, al menos, no. Porque cuando pienso en uno me olvido del otro, y si pienso en los dos me olvido de mí y es entonces cuando más me pierdo, cuando mis sueños se quedan a tres pasos de la estratosfera y mis pies pegados al suelo de la impotencia no me dejan ir tras ellos. Y una parte del corazón se dedica a inflar globos que me eleven mientras la otra los pincha, uno a uno, con su afilada melancolía.

Y ya tengo la voz ronca de intentar elegir a gritos entre mis miedos, de intentar discernir lo que deseo. Se me ha rasgado la conciencia y nublado la vista. Unas veces extasiado de ilusión y otras de tristeza, no conoceré un término medio hasta que la vida vuelva a coger cada mitad del corazón y me las devuelva unidas, si es que aún me pertenecen.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Sobre tomar aire y no tomar decisiones

Para un momento, respira. Siente como el aire fresco invade tus pulmones y su anzuelo se clava en tu esternón para tirar de ti hacia las nubes. Pareces flotar por encima de esos pequeños problemas que a veces borran las branqueas del sistema respiratorio de tu cuerpo y convierten el oxígeno en humo y tus metas en pozos. Estás en la encrucijada, pero qué más da si ahora no sabes elegir entre los diferentes caminos que te brindan, disfruta un poco de cada uno de ellos, quédate con lo mejor, olvida lo que pudo haber sido.

Ahora que tus adentros están llenos, aunque sea de aire, vuelve a mirarte en ese espejo del fracaso que has creado para tus noches, en los momentos antes de dormir en que necesitas empujar los comecabezas de la cabecera y aún así los oyes roer por debajo de la cama y tramar sus trampas de cristal sobre lo que llegarás a ser y sobre lo que nunca fuiste.

Verás como, una vez has respirado, has contado hasta diez y te has permitido el lujo de tomarte un breve tiempo para ti mismo, el aire de tu interior se convierte en oro, en esos sueños que te hacen pesado para ti mismo pero ligero para los demás, y que tú te empeñas en convertir en todas esas convicciones suicidas por las que tu corazón pidió la independencia y se instaló por encima de las estrellas, ajeno a ti.

Respira, toma aire y nunca más tomes decisiones. Que sean otros los que decidan, que tú ya cargas bastante con una sola vida, como para cargar con la que ansías, con la que temes y con la que hubieras esperado de los demás. Toma aire, y tómate la vida en tragos largos, antes de que se la beban tus parásitos.

sábado, 18 de diciembre de 2010

No concibo término medio,
y es porque nunca me has dejado tibio.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Sobre luces, cámaras... ¡yo!



Sesión de estudio, 16|12|2010
Se perdió en aquél paragüas de mentiras de carmín que la protegía de la realidad.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Sobre escarcha y espejos retrovisores

Sale de la discoteca, chaqueta en mano, que el tejemaneje de cuerpos calientes del interior nunca la deja abrigarse. Se enciende el cigarrillo y mira a los transeúntes mientras se pone el abrigo. Borrachos variados tirados por los suelos de la calle, con el alma sesgada entre fiesta y fiesta. Quinceañeras que se han puesto los primeros tacones de su vida y se han pintarrajeado y han escondido su inocencia bajo el colorete para aparentar diez años más y entrar al local de moda. Los porteros de siempre, copiados y pegados en todos y cada uno de los accesos a una caja de música rota donde adolescentes y no tan adolescentes acarician su alma con la última droga de diseño. Tira el cigarro al suelo, lo pisa con sus diez centímetros de tacón negro sobre la escarcha de enero, se coloca los oscuros mechones sueltos de su pelo inquieto, se sube un milímetro más la falda,  lo justo para que se le intuyan los desencantos, se retoca el pintalabios rojo y se ríe de si misma. Para un taxi.

-¿Dónde siempre, señorita?

-Sí, al infinito.

Y se aleja de la realidad que le escupe el retrovisor.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Sobre centenas y lo que más

Aquella madrugada me dí cuenta de cuánto cuentan cien descosidos para un alma humana. Fuera, la noche cerrada pesaba en el ánimo pero no más de lo que pesan cien confesiones y secretos a voces. Los papeles se amontonaban en mi escritorio: exámenes, trabajos y exposiciones se acumulaban en un corto espacio de tiempo. Y tanto esfuerzo, tantos aprobados, raspados algunos, sobresalientes otros, no me brindaban tanto orgullo como las cien historias que había perdido en mi camino hacia el fondo del pozo que yo sólo me había cavado, y que nadie se molestaría en evaluar, ni me interesa. Cien suspiros de mi mente melancólica que no llevarán el pan a mi boca, pero a menudo llevan el descanso a mi corazón. Cien, cien, cien, cien... Y parece que ya tengo cien años, que mis escasas arrugas deslucen mi rostro como si fueran cientas, y es que las más profundas no se aprecian a la vista, ni al tacto, ni a ningún otro sentido aunque existieran cien de ellos. Sólo al sentido común. Al sentir sentido profundamente. Al sentir que ha muerto la chispa en mis pupilas negras. Al sentir que cada día que pasa es idéntico al de ayer y no espero un mañana mejor. Y es que podría hablar de cien personas en este momento, que se lo merecerían más, sin duda, pero por más que ensayara sólo me saldría hablar de una. Esa única persona que es, en esta vida, lo que más (he sentido, he soñado, he anhelado, he acariciado, he saboreado, he tocado, he abrazado, he olido, he pensado, he sonreído, he llorado, he escrito, he recordado, he gritado, he sangrado, he idealizado, he esperado, he desesperado, he suspirado, he oído, he cantado, he palpitado, he emocionado, he encantado, he hechizado, he comprendido, he descubierto, he encontrado, he sorprendido, he enloquecido, he enrabiado, he perseguido, he afligido, he enfadado, he asumido, he vivido, he contrariado, he acostado, he levantado, he dibujado, he despertado, he compuesto, he inventado, he añorado, he lastimado, he sanado, he insuflado, he volado, he buscado, he silbado, he lamentado, he paseado, he celebrado, he dolido, he triunfado, he reído, he cicatrizado, he disfrutado, he pintado, he jugado, he liberado, he agarrado, he privado, he saqueado, he cubierto, he acaparado, he caído, he dejado, he cedido, he seguido, he implorado, he sabido, he perdonado, he tenido, he ilustrado, he explicado, he flotado, he olvidado, he desentendido, he reestructurado, he servido, he reinventado, he recuperado, he pretendido, he perdido, he curado, he olfateado, he impregnado, he tumbado, he justificado, he susurrado, he guardado, he lamido, he tarareado, he sudado, he sorbido, he besado, he muerto, he sido...) he querido.

Cien caprichos se me han caído por la puerta trasera del alma. Ojalá caigan cien más. Ojalá.

domingo, 12 de diciembre de 2010

No quieres estar solo

Aprovechando que han sido los primeros en confirmar su asistencia al SOS 4.8 2011 (del que ya tengo la entrada a pesar de que faltan 5 meses), la canción que os propongo este mes es What you know, de los irlandeses Two Door Cinema Club.

Mi relación con ellos empezó como un flechazo en el FIB 2010, al verlos cerrando el escenario secundario mientras todo el mundo se apelotonaba en torno a Dizee Rascall en el principal. Entoncés me pareció que ambos estaban en el escenario equivocado y hoy lo corroboro. Tras meses reventando su ábum Tourist History, increiblemente alegre a la par que meditado, fusión del electropop y el rock alternativo, he de decir que es un disco redondo. Si quereis escucharlos más, empezad por Cigarettes in the theatre o Something good can work, las más célebres, aunque I can talk aparece actualmente en el anuncio de un coche y os sonará porque su melodía es, como todas, muy pegadiza.

Yo he elegido What you know porque su letra es la que más me cala, aunque todas sean perfectas, a veces pienso que el estribillo "you don't want to be alone" me lo están cantando exclusivamente a mí.



Por cierto, mi próxima entrada será el Capricho número 100 que haya dejado caer por estos lares, ¿alguna sugerencia?

viernes, 10 de diciembre de 2010

Sobre humo y labios de carmín

Podría decir que su vida se resume en una huida empezada demasiado pronto, cuando su inocencia aún ni se había calzado para correr tras ella. Aprendió a usar el pintalabios rojo sangre antes que a vestir sus muñecas, huyó de su infancia, se fugó de su niñez y apenas dio un breve paseo por la adolescencia antes de abandonar su hogar y pagar sus primeros alquileres, mientras sus amigas sólo pagaban esa revista de cotilleos que ella nunca leyó. Conoció a más gente en la intimidad que a la luz del día, y en la facultad se labró la fama que ningún otro quiso para sí. Fue la primera en acostarse con aquél que todas deseaban, pero ella nunca lo dijo. Y también fue quien cambió de acera a esa chica con la que todos soñaban. Fue la reina de la pista en un baile en el que todos bailaban con máscara menos ella. La única que perdió al juego de las apariencias que nunca acabó de entender por mucho que sus múltiples parejas, universitarios con ínfulas de bohemio y virtuoso que no eran más que humo vendido, le explicaran el sentido de la vida entre calada y calada, para acabar recorriendo sus tatuajes con la lengua. Y cuando se plantó a hacer repaso de su vida decidió que había sido más intensa de lo que su esqueleto de cristal podía soportar, y se dejó llevar. Se dejó de querer, se dejó de alegrar y se dejó el alma en ello. Se dejó tumbar en la cama de cualquiera y se dejó convencer de que era especial.

Pobre niña de la sonrisa bermellón y traviesa, perdida en el humo de su cigarro, en el tedio de su habitación, en la tristeza de sus ojos grises. Salió a comerse el mundo, y el mundo se la comió.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Miro por la ventana y...
Espero.

Espero seguir esperándote.
Nadar en nuestros recuerdos.
Caer en el abismo de tu ausencia.
Andar a la par de tu camino lejano.
Notar como el tiempo labra en mi piel.
Tratar de vencer las distancias.
Amarte a pesar del olvido.
Saber que esperar merece la pena por abrazarte otra vez.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Sobre ti

Vamos a jugar a un juego. Imagínate dos personas, da igual su sexo, da igual su edad, da igual su estrato social, su religión, su raza o con qué pie se han levantado ese día. Aunque uno de los dos se levanta siempre con el izquierdo. A ver si adivinas de qué hablo:

Ambos están abrazados en un parque. El invierno naciente peina sus cabezas y tiñe con la ternura del otoño muerto sus sonrisas cómplices. Se han dejado caer en cualquier rincón de ese mundo por el que caminaban a ciegas, pues sólo tienen ojos el uno para el otro. El que se levanta con el pie izquierdo tiene un brillo de ilusión en la mirada que traspasa fronteras y borra las huellas de un secreto que teme. El que se levanta con el pie izquierdo tiene también las manos temblorosas de amor y sus labios tejen palabras que no sabe muy bien cómo pronunciar cada vez que se separa de los labios del otro. Quiere decírselo pero el miedo le trepa por las crestas de su coraje y al final, le puede. Le ha podido desde que se conocieron, le podrá cada vez que conozca a alguien. Ha tocado nuevamente el tacto sedoso del amor humano con la piel de su inocencia muerta. Ha creído en la pasión desbocada que le ha insuflado lo que los retrovirales no han conseguido en años: felicidad por vía intravenosa. Y, por fin, viendo el destello del amor incondicional en los ojos del otro, le susurra: soy seropositivo.

Y el brillo incondicional se hace añicos en la pupila del otro, y la inocencia vuelve a morir y el tacto sedoso se vuelve lija, y  las crestas del coraje se lanzan al vacío y los labios bosquejan disculpas y las manos tiemblan de tristeza, y el uno ya no tiene ojos para las retinas desesperadas del otro, y el otoño y el invierno se muestran crueles y fríos como son. Se oyen gritos e insultos, se ven empujones y el uno sólo sabe echar en cara y correr y ponerse histérico, tendiéndole la zancadilla al pie izquierdo del corazón del otro. Se repite un ritual que el primero ya se sabe de memoria: el segundo irá al médico, se lo contará a toda su familia, a sus amigos y lo convertirá nuevamente en un paria. Aunque hayan usado siempre protección, aunque haya ido con todo el cuidado del mundo. Al segundo le darán los resultados, negativos, se quedará tranquilo e iniciará su vida de persona corriente con preocupaciones corrientes, sin importarle la grieta que ha abierto en la vida del otro.

 El que se levanta con el pie izquierdo podría ser mujer o hombre. Podría ser ario, o negro, o hispano o oriental. Podría ser católico, musulmán, ateo o mormón. Podría ser joven, maduro o un anciano. Podría ser un intelectual o no tener formación. Podría ser tu padre, tu madre, tus primos, tus hermanos... Esta es una historia que se repite día a día en el mundo. Son los abandonados, los rescoldos, el deshecho. Y no se lo merecen. Lo que se merecen es atención social, ayuda, soluciones. Porque, ante todo, podrías ser tú.

1 de diciembre, día mundial de la lucha contra el VIH.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Sobre los viajes de la lluvia y la hierba cortada

Ves ese prado verde recién cortado, y el olor de la hierba sesgada te inunda.Los pájaros vuelan bajo y su canto te inspira la desconfianza típica de los diciembres jóvenes. De esos primeros y fríos días de mes que no estás seguro de haber empezado con buen pie. Cierras los ojos, porque lo que quieres es sentirte sólo. Ajeno al tráfico, al humo y a las personas con sus preocupaciones inútiles y banas. Agudizas el oído y al cabo de unos minutos solo oyes las lágrimas del cielo plomizo golpear una a una las hojas del árbol que hay sobre ti, caer en tu cabeza, mojar tu pelo, bajar por la mejilla e iniciar un trayecto secreto por dentro de tu ropa, hasta calarte el alma. Los últimos don nadie que perturbaban tu tiempo, que ensuciaban tu prado, que envidiaban tus pájaros, han huido de la lluvia refugiándose en sus casas asépticas y sus inquietudes vacías.Y tú ahí sigues, en medio del parque, bajo la tormenta. Te crees superior al resto de personas, crees que todo el mundo es un invento estúpido que nunca se ha parado a pensar en qué sentido gira, y por algunos instantes tocas la felicidad y la verdad con la yema de los dedos. Luego todo se aleja y sigues solo en el parque, empapado. Los truenos y los relámpagos han dado paso a la noche amarillenta y parda de la ciudad y tú intentas volver a cerrar los ojos intensamente, quieres recuperar lo que habías conseguido por milésimas, esa sensación de que no necesitabas a nadie, de que la lluvia se llevaba tus temores y tus sueños frustrados. Pero sólo consigues oír un débil susurro que dice: ya ha pasado, ya ha pasado... Y no volverá.