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Id como una plaga contra el aburrimiento del mundo



lunes, 20 de diciembre de 2010

Sobre tomar aire y no tomar decisiones

Para un momento, respira. Siente como el aire fresco invade tus pulmones y su anzuelo se clava en tu esternón para tirar de ti hacia las nubes. Pareces flotar por encima de esos pequeños problemas que a veces borran las branqueas del sistema respiratorio de tu cuerpo y convierten el oxígeno en humo y tus metas en pozos. Estás en la encrucijada, pero qué más da si ahora no sabes elegir entre los diferentes caminos que te brindan, disfruta un poco de cada uno de ellos, quédate con lo mejor, olvida lo que pudo haber sido.

Ahora que tus adentros están llenos, aunque sea de aire, vuelve a mirarte en ese espejo del fracaso que has creado para tus noches, en los momentos antes de dormir en que necesitas empujar los comecabezas de la cabecera y aún así los oyes roer por debajo de la cama y tramar sus trampas de cristal sobre lo que llegarás a ser y sobre lo que nunca fuiste.

Verás como, una vez has respirado, has contado hasta diez y te has permitido el lujo de tomarte un breve tiempo para ti mismo, el aire de tu interior se convierte en oro, en esos sueños que te hacen pesado para ti mismo pero ligero para los demás, y que tú te empeñas en convertir en todas esas convicciones suicidas por las que tu corazón pidió la independencia y se instaló por encima de las estrellas, ajeno a ti.

Respira, toma aire y nunca más tomes decisiones. Que sean otros los que decidan, que tú ya cargas bastante con una sola vida, como para cargar con la que ansías, con la que temes y con la que hubieras esperado de los demás. Toma aire, y tómate la vida en tragos largos, antes de que se la beban tus parásitos.

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