De tanto caminar por el filo de la duda, al final la vida me partió en dos y se quedó a cada lado de la frontera una mitad del corazón. Uno de los lados se ha sentado en el meridiano que dibuja su sonrisa a contemplar las caricias que le propina el Sol. El otro vive en un Londres constante, allí donde por más que alces el vuelo nunca deja de llover y tus alas empapadas te empujan al fondo de tus miedos.
Y ahora no sé si quiero al uno o echo de menos al otro. ¿Es capaz el corazón de pensar en dos personas a la vez? Mi cabeza, al menos, no. Porque cuando pienso en uno me olvido del otro, y si pienso en los dos me olvido de mí y es entonces cuando más me pierdo, cuando mis sueños se quedan a tres pasos de la estratosfera y mis pies pegados al suelo de la impotencia no me dejan ir tras ellos. Y una parte del corazón se dedica a inflar globos que me eleven mientras la otra los pincha, uno a uno, con su afilada melancolía.
Y ya tengo la voz ronca de intentar elegir a gritos entre mis miedos, de intentar discernir lo que deseo. Se me ha rasgado la conciencia y nublado la vista. Unas veces extasiado de ilusión y otras de tristeza, no conoceré un término medio hasta que la vida vuelva a coger cada mitad del corazón y me las devuelva unidas, si es que aún me pertenecen.
Un relato desgarrador e intenso... ME ENCANTA! ;)
ResponderEliminarY