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Id como una plaga contra el aburrimiento del mundo



martes, 21 de diciembre de 2010

Sobre corazones bipolares

De tanto caminar por el filo de la duda, al final la vida me partió en dos y se quedó a cada lado de la frontera una mitad del corazón. Uno de los lados se ha sentado en el meridiano que dibuja su sonrisa a contemplar las caricias que le propina el Sol. El otro vive en un Londres constante, allí donde por más que alces el vuelo nunca deja de llover y tus alas empapadas te empujan al fondo de tus miedos.

Y ahora no sé si quiero al uno o echo de menos al otro. ¿Es capaz el corazón de pensar en dos personas a la vez? Mi cabeza, al menos, no. Porque cuando pienso en uno me olvido del otro, y si pienso en los dos me olvido de mí y es entonces cuando más me pierdo, cuando mis sueños se quedan a tres pasos de la estratosfera y mis pies pegados al suelo de la impotencia no me dejan ir tras ellos. Y una parte del corazón se dedica a inflar globos que me eleven mientras la otra los pincha, uno a uno, con su afilada melancolía.

Y ya tengo la voz ronca de intentar elegir a gritos entre mis miedos, de intentar discernir lo que deseo. Se me ha rasgado la conciencia y nublado la vista. Unas veces extasiado de ilusión y otras de tristeza, no conoceré un término medio hasta que la vida vuelva a coger cada mitad del corazón y me las devuelva unidas, si es que aún me pertenecen.

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