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Id como una plaga contra el aburrimiento del mundo



viernes, 10 de diciembre de 2010

Sobre humo y labios de carmín

Podría decir que su vida se resume en una huida empezada demasiado pronto, cuando su inocencia aún ni se había calzado para correr tras ella. Aprendió a usar el pintalabios rojo sangre antes que a vestir sus muñecas, huyó de su infancia, se fugó de su niñez y apenas dio un breve paseo por la adolescencia antes de abandonar su hogar y pagar sus primeros alquileres, mientras sus amigas sólo pagaban esa revista de cotilleos que ella nunca leyó. Conoció a más gente en la intimidad que a la luz del día, y en la facultad se labró la fama que ningún otro quiso para sí. Fue la primera en acostarse con aquél que todas deseaban, pero ella nunca lo dijo. Y también fue quien cambió de acera a esa chica con la que todos soñaban. Fue la reina de la pista en un baile en el que todos bailaban con máscara menos ella. La única que perdió al juego de las apariencias que nunca acabó de entender por mucho que sus múltiples parejas, universitarios con ínfulas de bohemio y virtuoso que no eran más que humo vendido, le explicaran el sentido de la vida entre calada y calada, para acabar recorriendo sus tatuajes con la lengua. Y cuando se plantó a hacer repaso de su vida decidió que había sido más intensa de lo que su esqueleto de cristal podía soportar, y se dejó llevar. Se dejó de querer, se dejó de alegrar y se dejó el alma en ello. Se dejó tumbar en la cama de cualquiera y se dejó convencer de que era especial.

Pobre niña de la sonrisa bermellón y traviesa, perdida en el humo de su cigarro, en el tedio de su habitación, en la tristeza de sus ojos grises. Salió a comerse el mundo, y el mundo se la comió.

1 comentario:

Dale una vuelta más a mi mundo: