La marea me dejó el alma encallada, despedidas, sollozos y ganas de nada. La marea me dejó escrito en las pestañas con la espuma de sus olas testamentos de añoranza. La marea me dejó polvo en las entrañas, ceniza en los labios y fango en mis sábanas. La marea me dejó muertas las sonrisas, maltrechas las horas, contados los días. La marea me dejó lo que nunca nadie deja: dolor tras dolor, pena tras pena.
La marea se llevó consigo la esperanza, los sueños, la ambición y todas mis andanzas. La marea se llevó trocitos de hielo anclados al corazón ahogado en el cieno. La marea se llevó todas tus sonrisas, todos tus latidos, toda tu alegría. La marea se llevó también mi cabeza, mi poca cordura, mis pocas certezas. La marea se llevó del horizonte las gaviotas, de la vida el amor, la playa y las olas. La marea se llevó lo poco que habías dejado en un charco tras tu partida.
Y ahora que la marea ha subido tantas veces sin devolverme nada y dejándome lo que nadie quiere, ¿Qué me queda?
Y tú contestaste: Naufragar conmigo.
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Creo que eso es suficiente, naufragar con quien quieres...
ResponderEliminarVioletcarsons.