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Id como una plaga contra el aburrimiento del mundo



jueves, 4 de noviembre de 2010

Sobre pájaros, papeles y una pluma traidora

Me gusta imaginar que seguimos tumbados en el césped de aquél parque. Sí, el que tú y yo sabemos. Que la hierva es más alta que mi nariz y, en consecuencia, sólo me deja ver el perfil de tu cuerpo paralelo al mío y, después, la inmensidad del cielo. Y el Sol, que brilla en lo alto porque el invierno es aún un mito. Y los pájaros, que revolotean dibujando fantasmas de un otoño pésimo sobre nosotros, aunque yo no quiero verlo. Ya vendrá el tiempo en que lo sufra, cuando las nubes grises se sincronicen con mi reloj interno. Cuando tenga que empujar el minutero para poder dar la próxima inspiración, si no he perdido todas las fuerzas expirando.

Pero no quiero que mi pluma se deslice por esos lances negros. Hoy escribo para recordar lo bueno. Tus sueños como bolas de papel rodando sobre el verde suelo, empujadas por la brisa veraniega que huele a tu cuerpo. Quisiera saber qué escribías en aquellos folios que luego dejabas correr y que yo no me atrevía a abrir. Sí, tenía miedo. Temía que hubieras escrito lo peor de mí en ellos. O peor, que hubieras escrito sólo lo bueno y por eso lo dejaras volar, escapar de nosotros y borrarlo de tus recuerdos. En el fondo, las bolas de papel recorriendo el césped eran la sombra del vuelo de los pájaros de mal agüero. Y mi pluma se ha vuelto a escapar por donde no debía.

Me gusta pensar en tu risa y en tus empujones y en cuando la gente nos miraba extraños por demostrar tanto amor en un lugar público y pacífico como aquél parque. Le hacíamos la guerra al civismo, a lo establecido y a lo bien visto. Eso me encantaba. Ser más guerreros que amantes, más fugitivos que ejemplo a seguir. Aunque quizá fue eso lo que te cansó y te convenció para dejar de contestar a mis llamadas, para evitarme en la calle e incluso para hacer como que no me conocías. ¡Mierda! ¿Es que ni tan sólo puedo acabar un párrafo tan bien como lo empiezo?

Mejor lo dejo aquí por hoy. Quizá otro día mi pluma no insista en emborronar mis historias con tu ausencia. Quizá sea mejor olvidarme de ella, abrirme las venas, y empezar a escribir con sangre lo que con tinta no entra.

3 comentarios:

  1. uf.

    Cuantos sentimientos... se pude hacer un coctel y emborracharse de mala manera... o de buena...quien sabe.

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  2. Le hacíamos la guerra al civismo.

    Menuda frase.
    Y menudo texto.

    (gracias por tu comentario)

    Mua! :)

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  3. Jo Chrístopher, si supieras cuánto en común tengo con ese texto...no te olvides nunca de tu pluma, ni de ella

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