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Id como una plaga contra el aburrimiento del mundo



lunes, 10 de enero de 2011

Sobre los límites y colillas humeantes

-¿Podrías hacer un hueco en tu ciudad para un niño de pueblo como yo?

-Con esa carita de inocente y desvalido, ¿quién no iba a hacerte un hueco? - Me dijo con una sonrisa traviesa mientras tiraba con un gesto gracioso la colilla incandescente de su cigarro y clavaba en mí una mirada aún más encendida. Podía leer el deseo en sus labios, la lujuria luchando por saltar de sus pupilas y morderme el cuello hasta llevarme al precipicio de mis principios en medio de aquella discoteca.

-Perdona, pero no me refería a un hueco entre tus piernas.- Dije mientras apagaba, con un malogrado gesto de dignidad desconocida, su colilla con la suela de mis zapatos relucientes especialmente comprados para la ocasión, pretendiendo que viera lo  guapo que iba pero lo suficientemente abstraído como para que no pensara que hasta el último pelo encerado de mi apariencia había sido colocado con calculada mesura para ese momento programado entre temblores y alcohol.

-Pues olvídate de la gran ciudad, pequeño.

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